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El blog de #RdRCannabis
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La participación y conexión de los socios reduce riesgos (2/2)

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Los clubs sociales de cannabis van mucho más allá de ser simples puntos de acceso al cannabis; tienen inscrito en su genética el potencial para convertirse en espacios comunitarios donde la participación y la conexión entre los socios y socias contribuyan a la reducción de riesgos y a promover una cultura cannábica responsable. En este texto revisaremos las conclusiones de una investigación liderada por Mafalda Pardal sobre los CSC en Bélgica que nos ayudará a reflexionar sobre la participación en los CSC. Nos interesa dilucidar cómo la comunidad, la transparencia y la educación son esenciales para construir una cultura del cannabis segura y bien informada, donde los miembros no sólo consuman sino que también aprendan y construyan vínculos.


Los clubs sociales de cannabis se ubican en un contexto social marcado por múltiples desigualdades. Estas dinámicas a menudo se reproducen puertas adentro. Así, aunque los CSC son espacios que promueven la tolerancia y el respeto en el ámbito cannábico, también se pueden encontrar actitudes y discursos como, por ejemplo, el racismo, el clasismo o la homofobia. Además, los estereotipos de género están presentes demasiado a menudo. Sin embargo, cada vez son más los CSC que prestan atención a estos problemas y trabajan para revertirlos. La implicación y corresponsabilidad entre los miembros de los CSC es fundamental para reducir situaciones de discriminación. En las formaciones que ofrece el proyecto RdRcannabis se debaten estos episodios y se comparten las respuestas que cada entidad ha encontrado para hacerles frente, es decir, buenas prácticas desarrolladas por la misma comunidad afectada.


Además de los beneficios individuales para los miembros, los CSC funcionan como micro-comunidades cohesionadas. Lo cierto es que hay una gran heterogeneidad de modelos de funcionamiento dentro de la amplia diversidad que conforman los centenares de CSC existentes. Ahora bien, en los orígenes del modelo de CSC, ahora hace dos décadas, encontramos un modelo primigenio. Este primer modelo ha ido evolucionado en gran medida a causa de la falta de una regulación estricta. Además, eso mismo ha pasado en diferentes países de manera simultánea. En Bélgica, la investigadora Mafalda Pardal estudió este proceso, concretamente, a partir de una muestra de 21 CSC. 


La investigación titulada An analysis of Belgian Cannabis Social Clubs’ supply practices: A shapeshifting model? (2018), captó la diversidad de modelos de CSC belgas en nueve dimensiones principales. Es interesante hacer una síntesis de los resultados, ya que los nueve factores están relacionados, en mayor o menor medida, con la participación comunitaria en los CSC y los beneficios/riesgos que se derivan. Veámoslos. Son los siguientes:


1.Grado de profesionalización del personal de los CSC (personal voluntario vs. profesional)


En un extremo encontramos los CSC con personal haciendo tareas de manera voluntaria y, en el otro extremo, CSC donde todo el personal está contratado, es decir, un equipo profesional. En medio de los dos polos hay varias fórmulas, como por ejemplo, remuneraciones bajas para las tareas puntuales. Es interesante remarcar que en algunos de los CSC donde se trabajaba de manera voluntaria, la investigación identificó que mayoritariamente se trataba de profesionales de la salud. A menudo, este hecho estaba relacionado con si el CSC ofrecía un acceso al cannabis para personas con problemas de salud o no.


Si actualizáramos este vector a nuestro contexto, podríamos distinguir al personal de CSC que ha pasado por las formaciones del programa RdRCannabis. No nos referimos a un elemento menor. Al principio de 2025, más de 200 personas han completado las diferentes formaciones en torno al consumo de cannabis organizadas por el Departamento de Salud.


2.Función que realizan los CSC (activista vs. proveedor)


Como Bélgica está muy cerca de Holanda, el modelo de coffeeshop (originado a finales de la década de los setenta) tuvo mucha influencia. Eso hacía que hubiera grandes diferencias entre los CSC que tenían un componente activista y los que replicaban un modelo de dispensario de cannabis exclusivamente.


3.Modelo de negocio (sin ánimo de lucro vs. comercial)


Los CSC son entidades sin ánimo de lucro por su forma jurídica. Tal y como sucede en el mundo de las asociaciones en general, también en el ámbito de los CSC se pueden dar malas prácticas en relación con la mayor o menor transparencia en cuanto a la gestión de la contabilidad de la entidad.


4.Perfil público (CSC abierto vs. CSC subterráneo)


La investigación identificó diferentes grados en que los CSC estaban dispuestos a hacer frente al escrutinio público. Por ejemplo, en un análisis anterior de las apariciones en los medios de comunicación sobre los CSC en Bélgica, se observaron diferencias relevantes con respecto al perfil público de los CSC belgas. Algunos tuvieron mucha implicación en el debate público y otros optaron por un perfil más bajo o inexistente. 

Tal y como puede pasar a nuestro contexto, la aparición de CSC no registrados formalmente en el Registro de entidades jurídicas podría representar una disminución de la transparencia y la apertura al diálogo con los poderes públicos. 


5.El tamaño (pequeño vs. mediano vs. grande)


El número de miembros asociados marca grandes diferencias en el funcionamiento del CSC. Algunos CSC tenían un número máximo de socios y, por eso, funcionaban con una lista de espera. Otros, aceptaban cuanto más socios mejor.


6.Diferenciación organizativa (única unidad vs. multi-unidad)


Se identificaron diferencias estructurales con relación a la forma en que los CSC belgas se adaptaban a las necesidades de los miembros con un consumo medicinal. Se encontraron CSC mixtos donde no se hacía distinción formal entre usos recreativos y médicos, CSC donde se diferenciaba el acceso mediante una subunidad del CSC o, directamente, CSC que sólo admitían miembros con necesidades médicas.


7.Accesibilidad (CSC mixto vs. CSC médico)


Con respecto a la accesibilidad de los CSC, la entrada en un CSC exclusivamente médico o en una (sub)unidad médica de un CSC era uno de los requisitos más estrictos que aplicaban los CSC mixtos, ya que normalmente se exigía a los miembros candidatos que presentaran un historial médico o una recomendación del médico, además de ser nacionales o residentes belgas, usuarios de cannabis actuales y tener al menos dieciocho años. En casos excepcionales, también se admitían candidatos que no cumplían los requisitos.


8.Posición de los CSC en la cadena de suministro (integrado verticalmente vs. club de compradores) 


La distribución de cannabis a través de los CSC belgas experimentó varios cambios con el paso de los años. Inicialmente, el método típico consistía en las llamadas ‘ferias de intercambio’, que eran reuniones sociales donde los miembros podían recoger el cannabis previamente solicitado. Cuando Mafalda Pardal realizó su investigación identificó que los CSC preferían distribuir individualmente el cannabis entre sus miembros (o bien en el domicilio, o en una ubicación preestablecida, o en las instalaciones del CSC). Como la investigadora explica, la distribución individual dificulta el contacto social entre los miembros, un aspecto que, como hemos mencionado en la primera parte de este artículo, es muy positivo desde una perspectiva de reducción de riesgos.


El modelo primigenio de CSC que hemos mencionado a la introducción de este texto aseguraba lo que se denomina la integración vertical de la cadena de suministro, es decir, que la distribución de cannabis a los miembros registrados es organizada por los mismos CSC. En el otro extremo, los clubs de compradores representan entidades donde quien cultiva no está relacionado con los miembros del grupo.


Existe una conexión entre los modelos de acceso al cannabis en los EE.UU. y Canadá y el modelo en Europa en la década de los noventa que no es muy conocida. En California (San Francisco Cannabis Buyers Club, 1991) y Victoria (Victoria Cannabis Buyers Club, 1996), como respuesta a las situaciones de vulnerabilidad de personas con condiciones médicas, como VIH/sida, cáncer y otras enfermedades crónicas, emergieron los buyers clubs (clubs de compradores), que suministraban cannabis a los pacientes en base a una receta o recomendación médica. Estos clubs se centraron únicamente en el uso médico del cannabis, y no necesariamente fueron impulsados por personas consumidoras ni se basaban en principios de cultivo colectivo (como es el caso de muchos CSC). El papel de la interacción social, sin embargo, era clave en los dos casos. 


9.Grado de interacción entre miembros generado por los CSC (club social vs. club solitario)


Para distinguir las diferencias en términos del grado de socialización entre los socios promovido por los CSC, la investigación distinguió entre un modelo de club realmente ‘social’ y un club ‘solitario’. A partir de informaciones adicionales sobre la gama de actividades sociales (no relacionadas con el suministro) organizadas por los CSC se podía profundizar más en esta distinción. Cabe destacar que la mayoría de los CSC belgas incluidos a la investigación no tenían un espacio social para que los socios y socias se pudieran reunir e interactuar por iniciativa propia. Informaciones adicionales sobre el alcance de actividades sociales (no de suministro) organizadas por los CSC podían informar más sobre la distinción entre club social vs. club solitario.


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En la práctica, las conclusiones de la investigación informan de que los CSC podían variar entre los dos extremos delimitados de cada una de las nueve dimensiones y también podían alinearse con diferentes ‘tipos de CSC’, ya que varias dimensiones podían aplicarse al mismo tiempo al funcionamiento de clubs concretos.


Un hecho interesante que se identificó es que la mayoría de los CSC habían sido fundados por iniciativa de un grupo de personas consumidoras de cannabis como resultado de movimientos comunitarios que buscaban (auto-)organizar el acceso al cannabis para ellos mismos y otros usuarios de cannabis. Por lo tanto, el modelo CSC se puede integrar dentro del movimiento más amplio de personas que usan drogas y las respuestas de reducción de daños.


Para acabar, y retornando al inicio del texto donde hablábamos de la convivencia y el respeto a los CSC, hay que decir que una de sus riquezas es que los socios y socias no sólo interactúan con personas con intereses similares, sino que en muchos CSC también participan activamente en el funcionamiento del club, desde la toma de decisiones sobre la calidad del cannabis hasta la organización de actividades educativas y recreativas. Este modelo participativo y asambleario fomenta un sentido de responsabilidad compartida, fortaleciendo los vínculos entre los miembros y promoviendo un entorno de apoyo mutuo. 


En muchas ocasiones, los clubs ofrecen más que cannabis: talleres, charlas y acontecimientos culturales enriquecen la experiencia y refuerzan el papel de los CSC como centros comunitarios. Los CSC pueden ser una alternativa eficaz para reducir los peligros asociados al consumo de cannabis gracias a la combinación de educación, calidad del producto, autorregulación del consumo y creación de un entorno social seguro. La educación y la información deben ser pilares fundamentales de los CSC. A diferencia del mercado no regulado, donde la persona consumidora raramente tiene acceso a detalles sobre el producto que adquiere, en los CSC se fomenta el conocimiento sobre el cannabis. Los socios tienen acceso a información detallada sobre las variedades disponibles, sus efectos psicoactivos, y la forma de escoger el producto más adecuado según sus necesidades o preferencias.


Tal y como hemos esbozado a lo largo de los dos textos sobre el rol de los socios de los CSC, la estructura participativa y centrada en las necesidades de los miembros en el modelo de CSC los convierte en una herramienta potente para reducir riesgos y construir una cultura cannábica más segura y responsable. 


Reflexionemos: los CSC van más allá del simple acceso al cannabis; son centros comunitarios donde se forjan vínculos, se comparte conocimiento y se puede promover el bienestar colectivo. Si estás en sintonía con las ideas expuestas, nunca es tarde para transformar tu CSC en un lugar donde atreverte a co-crear, poner tu grano de arena para mejorarlo, más vibrante, más tuyo. ¡Únete a los debates, propón actividades, haz comunidad! Entre todas podemos transformarlo en un lugar donde, además de compartir lo que fumamos, compartimos lo que somos.

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