Dabbing: Eleva tu Experiencia

El “dab” se refiere a inhalar vapores de “concentrados de cannabis”. Es un paso más en el concepto de vaporización por convección, usando un «bubbler»/«rig» o un dispositivo portátil tipo cigarrillo electrónico para vaporizar extractos en vez de cogollos, liberando caladas muy potentes y sabrosas. En cierto sentido, es una forma potencialmente más saludable de consumir cannabis, ya que se elimina la nicotina y la combustión, pero sólo si se cumplen unas condiciones precisas… De lo contrario, esta práctica puede conllevar sus propios riesgos, como sobreconsumo, quemaduras o toxicidad si el extracto no se purga bien de sus solventes. En este artículo, apuntamos a las buenas prácticas de reducción de daños vinculados al dabbing.
710: Amor al aroma
La palabra dabbing se refiere a la acción de vaporizar extractos/concentrados de cannabis. Esta práctica se asocia a la cifra 710, que es a la vez la temperatura aproximativa de vaporización de los extractos en grados Fahrenheit (aprox. 375ºC) y también se puede leer como «OIL» al revés, la palabra inglesa para «aceite» (una forma popular de referirse a los concentrados).
El dabbing usa calor por convección, lo que significa cero combustión. Eso es un gran avance comparado con fumar 'porros', ya que se inhalan componentes nocivos como parte del humo.
[¿Recuerdas nuestro artículo "Vaporize it"? El objetivo de la vaporización es evitar las toxinas dañinas que resultan de la pirólisis, o el hecho de quemar la materia vegetal (a más de 500ºC).]
El potencial que ofrece el dabbing es el de poder apreciar los diferentes perfiles terpénicos de distintas cepas de cáñamo. Las altas temperaturas (asociadas a la combustión) destruyen en gran parte los terpenos presentes en los cogollos, que son la principal clase de moléculas responsables de los aromas y olores específicos de cada variedad.
Con la vaporización, se logra conservar más terpenos en el vapor emitido, lo que resulta en un sabor más marcado y característico que en la combustión. Pero con el dabbing, además, se vaporiza un producto «concentrado» que, al tener muchísima menos materia vegetal, tiene comparativamente más terpenos y más cannabinoides (THC, CBD, etc., responsables de los efectos singulares del cannabis).
¿De qué hablamos?
Los «concentrados» no son nada más que extractos de alta calidad de las sumidades de cáñamo (Cannabis L.). Son conocidos bajo una multitud de nombres que se pueden clasificar según el método de refinamiento (BHO, rosin, live resin/live rosin) o la textura final (budder, shatter, wax…).
Durante décadas, se les ha aludido como los «aceites» de cannabis, una denominación problemática debido a que el producto en cuestión es un extracto de la resina del cáñamo (en términos científicos: oleorresina de Cannabis L.) y no un «aceite» (porque el único aceite que se puede obtener de esta planta es el aceite de los cañamones, el nombre que se da a las semillas del Cannabis).
[Conoce más sobre los diferentes tipos de extractos en Un catálogo del cannabis actualizado: tipos de extracciones y principales tendencias: parte 1 y parte 2]
Desde el punto de vista científico, tanto el «hachís» como el «concentrado» (o como sea que se llame) no dejan de ser la misma cosa: un material resinoso (oleorresina) que se disuelve en alcohol (eterosoluble) y está contenido en la parte interior de las glándulas presentes en la punta de los tricomas de las plantas de Cannabis sativa. Lo único que diferencia un «hachís» de un «concentrado» es la presencia menor o mayor de otra materia vegetal: el hachís es un extracto con más residuos de materia vegetal (tricomas, partes de los cogollos, hojitas de manicura, etc.) mientras que el «concentrado» tiene menos cantidad.
Cuanta menos materia vegetal tiene un extracto, más refinado está. Para el proceso de refinamiento, en la mayoría de los casos se utilizan solventes químicos que sirven para disolver los cogollos de la planta de cáñamo (o un extracto con bastante material vegetal). Resulta una mezcla de solvente + oleorresina por una parte, y el material vegetal separado, que se descarta. El reto consiste, entonces, en separar la oleorresina refinada del solvente, es decir, «limpiar» el extracto. Y aquí surgen los problemas.
Dabbing: el siguiente nivel, ¡pero con cuidado!
Pero cuidado, como casi todo en la vida, el dabbing no está exento de riesgos. Y es siempre mejor conocerlos antes y poder evitarlos que tener remordimientos.
De entrada, el proceso de extracción mismo, por el hecho de manipular solventes potencialmente peligrosos, comporta una serie de riesgos de inflamación o explosión que requieren una metodología sólida de laboratorio para evitarlos (por lo cual, no se recomienda en ningún caso hacer concentrados de cáñamo con solventes en casa).
Pero allí no yace el riesgo más importante del dabbing. La fase de «limpieza» de los extractos refinados con solventes es la más crítica y la más difícil. En un contexto de falta de regulación y reglamentación del cannabis, desgraciadamente es corriente encontrar concentrados con residuos de solventes. Tipos de extractos como el BHO pueden contener trazas de butano, el solvente, que no siempre está completamente purgado. Dabbear concentrados con trazas de butano es altamente tóxico. Este y otros solventes exponen a los consumidores a degradantes en fase gaseosa como la metacroleina, el benceno y la metilvinilcetona, con una multitud de riesgos respiratorios y en otros ámbitos, ya que se trata de sustancias altamente peligrosas.
Es una lástima arriesgarse a consumirlas. Por ello es importante fijarse en el tipo de extracto y ser consciente de que existen concentrados obtenidos sin ningún solvente, y en particular el rosin, que gana en popularidad cada vez más, ¡y con razón! El rosin es todo lo buscado del concentrado, sin lo potencialmente arriesgado de los residuos.
[Un catálogo del cannabis actualizado: tipos de extracciones y principales tendencias: parte 1 y parte 2]
Finalmente, dado que estos concentrados son tan potentes, puede ser más fácil pasarse sin darse cuenta, especialmente si eres nuevo en esto. Estamos hablando de niveles de THC que pueden ser bastante altos (hasta un 80-90%). Cuanto más THC tiene un concentrado, necesariamente menos terpenos tendrá. A veces, el placer y el disfrute real de una buena cepa de marihuana no proviene del THC sino del conjunto de sus componentes: no sólo del «efecto séquito» creado por la presencia de otros cannabinoides, sino también del efecto aromático de los terpenos. El dabbing de concentrados muy altos en THC puede conllevar riesgos de psicosis, neurotoxicidad y cardiotoxicidad que se suelen asociar a la molécula de THC y a los consumos crónicos de cannabis en general. Además, inhalar concentrados puede conllevar problemas pulmonares.
Maximizando placeres, minimizando riesgos
Por todo lo dicho, ¡no empieces a dabbear sin saber lo que haces! Aunque la investigación es aún limitada en cuanto a las medidas de reducción de daños en materia de dabbing, ya se pueden adelantar las recomendaciones siguientes:
- Infórmate: Antes de nada, infórmate, pregunta a amigos/as o en tu asociación, y conoce la fuente y la calidad del concentrado. No busques necesariamente el concentrado más alto en THC, y ¡recuerda informarte sobre el rosin!
- Empieza despacito: Para no pasarte, o quedarte con una tos violenta que te incapacita y molesta a todo el mundo, mejor toma varios pequeños dabs, con tiempo entre cada uno, antes que dabear una gran cantidad de golpe.
- Menos es más: El dabbing puede ser una experiencia increíble, pero respeta su potencia. Recuerda: con los dabs, ¡menos es más! La idea entera de los «concentrados» es obtener mayor efecto y mejor sabor con menos cantidad. Mantén esto en mente, ¡no hace falta pasarse para disfrutar del dab!
- Sé consciente de tu estado mental: Si estás lidiando con ansiedad, paranoia o tomas medicación psiquiátrica, quizás sea mejor evitar el dabbing o hacerlo con mucha precaución, empezando con pequeñas cantidades y observando cómo te sientes.
- Evita quemarte: Si estás usando un bubbler, rig o bong, asegúrate de no quemarte con el «nail» (la pieza de titanio, cuarzo o cerámica que se precalienta y sobre la que se aplica el concentrado).
- Keep it clean!: Por lo demás, las buenas prácticas de higiene aplicables al bong también sirven para los «bubblers»: cambia regularmente el agua, limpia la boquilla del bubbler con alcohol o los producto específicos disponibles en las asociaciones.
Como en toda actividad con riesgos asociados —cannabis, alcohol, otro producto psicoactivo, deportes de riesgo, etc.–, siempre infórmate, pregunta, sé consciente de los riesgos… y ¡conoce tus límites! Todos los tenemos. La mejor manera de disfrutar es manteniéndote seguro/a y dabbeando responsablemente.

